Martes, trece, su numero preferido, ella se asoma por la ventana para hablar con la luna, para contarle sus secretos.
Siente cómo el frio acaricia con dureza y se acuerda de él, de su escapada a la nieve, de cómo disfrutaban con cualquier cosa.
Después ve una estrella pequeñita, una sola, y se acuerda de aquella cena y de
aquella promesa.
Desde su ventana ve el mar y sin quererlo se encuentra recordando aquella calita, aquella que el eligió para los dos, aquella tarde que prometieron no olvidar.
Enciende un cigarro y recuerda cómo le gustaba escuchar sus susurros enredandose en el humo.
Cuándo esta a punto de cerrar la ventana, distingue a un chico entre la oscuridad, ¿es él, la esta buscando? pero al final una farola la saca de dudas, no no es él, no la esta buscando y probablemente haya olvidado muchas cosas.
Pero ella no, ella no puede, se conforma con conversar con la luna, al fin y al cabo la luna y él se parecen tanto.
Los dos lo saben todo, y son inalcanzables.